“Señor, hasta los demonios se nos someten por tu nombre”. (Lc. 10,17).
Los discípulos se dirigen a Jesús al comienzo de su misión con estas palabras: “Señor, hasta los demonios se nos someten por tu nombre”. Se dan cuenta de que han liberado a mucha gente de falsas ideologías, de fanatismos y de aquello que les impedía ser libres. Ellos están experimentando los frutos liberadores de la misión. En realidad, sólo libera quien es verdaderamente libre.
Jesús interpreta la liberación producida por “los setenta” como el principio del fin de los adversarios del designio de Dios. Por eso, dice: “Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo” ¿qué significan estas palabras?. Significan que la escala de valores del mundo y del sistema de dominación y de poder se desmorona ante la acción liberadora de Jesús. Lo que “cae del cielo como un rayo” son esos falsos valores en que está montada nuestra sociedad. Vivimos en un momento en que se derrumban muchos falsos valores y también el sistema imperante, la crisis económica es prueba de ello. La decadencia de este derrumbe ha comenzado ya y es uno de los signos de nuestro tiempo. En este contexto somos invitados a volver nuestra mirada a Jesús, el Resucitado y abrir nuestro ojos a la belleza y sabiduría que encierra su Evangelio.
Después Jesús invita a sus discípulos a una confianza profunda y les dice: “Yo os he dado el poder para andar sobre serpientes y escorpiones y nada os hará daño”. El nos da a nosotros la fuerza de superar todo aquello que envenena y amenaza nuestras vidas. A pesar del poder destructor de las dificultades que podamos encontrar (serpientes y escorpiones) “nada podrá hacheros daño”, “puesto que os he dado potestad para pisotearlos. Aquí se fundamenta nuestra confianza, en esta fuerza que nos viene de El. “Os he dado poder, fuerza, para pisotearlos”. Quiere decir que por muy grandes que sean las dificultades que atravesamos en la vida, tenemos en nosotros la fuerza suficiente para superar todo. Nada puede neutralizar el empuje del mensaje liberador de Jesús.. El problema está en si lo que anunciamos con nuestra vida y nuestra palabra es realmente el Evangelio liberador de Jesús.
Sin embargo, Jesús añade: “que vuestra alegría no esté en que se os someten los espíritus; sino que, vuestra alegría se base, en que vuestros nombres están escritos en el cielo”. Estas palabras quieren decir que toda verdadera alegría está en el Señor y que fuera de El no puede haber ninguna, pues nuestra alegría no será auténtica hasta que deje de apoyarse en cosas que pueden sernos arrebatadas. Que nuestra alegría se base en la experiencia de sentirnos amados por Dios y esto basta para vivir con esperanza. Dios nos ama infinitamente, sin reservas y exclusiones. En Dios no existe un amor calculado en tantos por cientos. Dios nos ama a cada uno de nosotros al cien por cien, con pasión infinita, y desde el primer momento de nuestra existencia establece con nosotros una relación única, una relación de amor.
Los “vacíos” de nuestro corazón cuando no amamos apasionadamente los llenamos de “adicciones”. Podemos quedar enganchados a la droga de la evasión, el entretenimiento, la superficialidad, el activismo, el consumo compulsivo… podemos quedar atrapados en relaciones sin libertad. Sólo quien ama con pasión puede saborear la alegría del Evangelio.
“Los mandó... de dos en dos” . La misión que Jesús nos encomienda tiene un carácter comunitario, ha de realizarse de dos en dos, con el fin de mostrar con los hechos y la vida lo que se anuncia de palabra. Hace falta hombres y mujeres con sentido de comunidad, que trabajen para despertar la Vida, para que la Vida crezca y se libere... Hoy necesitamos pequeñas comunidades en las que, de verdad, podamos compartir nuestra fe y nuestra vida ¿Apostaremos por estas pequeñas comunidades que sean lugares de vida y de sentido? ¿Conseguiremos en nuestras comunidades, ser testigos de vida en nuestro mundo de hoy?
“Poneos en camino, mirad que os mando como corderos en medio de lobos”. En una sociedad que se nos presenta con frecuencia agresiva, competitiva, defendiéndose y atacando como “lobos”, estamos llamados a vivir de tal manera que, toda persona pueda descubrir que la bondad, la amistad, la paz y que la vida, a pesar de todo, es buena... Sí, “os mando como ovejas en medio de lobos”, esto quiere decir que hay obstáculos personales y estructurales para el avance del Reino. Todos tenemos experiencia de estos obstáculos. Hoy necesitamos, más que nunca, ser más ovejas que lobos, hay ya mucha agresividad y resentimiento en nuestra sociedad, se lanzan insultos y ataques que dificultan nuestro entendimiento y convivencia. Ciertamente, tenemos que preguntarnos: ¿podemos vivir de otra manera que no sea la de la defensa y el ataque del lobo? Los cristianaos estamos llamados a no entrar en la competitividad, ni en el enfrentamiento que destruye. Podemos acercarnos a la vida de las personas con una actitud de respeto, de bondad y de ternura.
“No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias”. Esta primea indicación de Jesús nos desconcierta. No llevar nada, como los que nada poseen, ni cartera con dinero de reserva, ni maleta con libros y saberes, ni siquiera unas sandalias de calidad para el camino. Es como si nos dijera: “no confiéis en los recursos materiales, ni os apoyéis en los poderes”; sólo así manifestaremos la confianza en el Señor que camina a nuestro lado, sólo así podremos ser testigos de la paz.
“Cuando entréis en una casa, decid primero paz a esta casa”. La paz es la Buena Noticia que tenemos que anunciar. Paz a esta casa. Jesús pide a sus discípulos que pasen por los pueblos y lugares contagiando paz. Tarea nada fácil, pues sólo quien la posee en su corazón puede comunicarla de verdad. Nuestra misión consiste en hacer presente esta paz: compartiendo, curando a los enfermos y anunciando la paz a todos. La paz es el signo de la Presencia de Dios en nuestro tiempo. Nada de venganza, nada de amenazas, nada de violencia. Sólo la paz y sobre todo, “la paz del corazón”. (H. Roger). “Decid está cerca de vosotros el Reino de Dios”, es como si les dijera: manifestad con vuestra vida la cercanía y la bondad de Dios para con todos... Que hay esperanza para todos, incluso para aquellos a los que la sociedad se la niega.
Este Domingo, vueltos de corazón al Señor, podemos decirle: Señor, Jesús, que sintamos tu alegría, que podamos crecer en libertad, que encontremos comunidades sin miedo, llenas de vida, que podamos decir a todos: está cerca de vosotros el Reino de Dios.
Benjamín García Soriano
4 de Julio de 2010
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